Ó/L "Desnudo femenino", Anselmo Miguel Nieto (1881 - 1964), 1913
Heredero de la tradición de los grandes maestros de la pintura
Espectacular óleo sobre lienzo de Anselmo Miguel Nieto, representando un desnudo femenino. Fue en el género del retrato sobre el que brilló el pintor por encima de cualquier otro, pero son sus retratos de mujeres los que hicieron de él un pintor excepcional.
La obra representa en primer plano el cuerpo desnudo de una mujer, una joven de sensual belleza que posa para el pintor recostada en una cama, mirando directamente al espectador de manera insinuante y algo misteriosa, propia de la corriente simbolista.
Ella es la protagonista absoluta de la composición, sin nada que distraiga nuestra atención. La manera de representar los rasgos del rostro retratado, casi fotográfico, demuestran que detrás de la obra hay un estudio muy detallado por parte del pintor, que se muestra así como un maestro del dibujo. Hay detalles que captan en mayor medida nuestra atención, como el anillo que porta en su mano, el brillo de los labios… y, por encima de todo, la intensidad de su mirada.
Sin embargo, a pesar del cuidado estudio anatómico, este dibujo tan preciso se suaviza a la hora de dar vida a la piel de la mujer, con una pincelada más suelta y vaporosa, aunque sigue sin perder detalle. Esta pincelada se vuelve completamente libre y abocetada al pasar al segundo plano. En algunas ocasiones, como ocurre en este caso, los fondos de sus obras aparentan estar sin terminar, lo cual transmite la frescura y espontaneidad de lo inacabado.
Su estilo personal se conforma por la mezcla de las distintas influencias que le afectaron. Se encuentran en este tipo de obras continuas referencias al arte del Renacimiento y a los desnudos de los grandes maestros de la pintura. Su formación fue eminentemente clásica y academicista, y desde temprano se mostró como un gran admirador de los grandes maestros anteriores. Muchos de sus desnudos parecen inspirarse directamente en los de Velázquez o Goya, aunque también conoció directamente el Renacimiento, especialmente a Rafael, durante su estancia en Roma. De los venecianos, particularmente, de Tintoretto, tomó su técnica suelta y el sentido del decorativismo; de su contemporáneo Sorolla, el tratamiento de la luz; y del prerrafaelismo inglés y de su compañero Julio Romero de Torres, la línea simbolista.
Encontró en el cuerpo desnudo de la mujer la quintaesencia de la belleza y lo exquisito. No obstante, no son modelos venus idealizadas, sino mujeres reales en la plenitud de su belleza y el esplendor de su cuerpo; aunque la acentuación de lo erótico no le hace caer en la vulgaridad, sino que permanece elegante. Convierte a la mujer en la protagonista de su pintura, de esta y de toda su carrera.
Son muchas las influencias que marcaron a nuestro artista. Su obra es una mezcla entre el modernismo propio de la época que vivió y su profundo deseo de evocar en sus pinturas un clasicismo depurado, idealizado, de una belleza rebosante, tratando de vincularse con los grandes maestros del pasado. La propia insistencia en el tema de la mujer demuestra, una vez más, su apasionada búsqueda de la belleza.
Proviene de una colección privada, y fue adquirido por compra directa a los herederos, a la nieta del artista.
El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía tiene cedida en depósito en el Museo de Jaén una obra en la que se representa a la misma mujer, prácticamente con la misma pose, excepto porque eleva uno de sus brazos, dirigiéndolo directamente hacia un bodegón de frutas y un mono que aparecen en el fondo. Fechada en 1920, con unas dimensiones algo mayores. El cuadro que aquí presentamos parece ser el estudio o la obra previa a la composición definitiva; sin embargo, en el fondo se puede apreciar que, en algún momento, figuró también el bodegón junto con el mono, aunque actualmente se encuentre oculto.
Más sobre el artista…
Anselmo Miguel Nieto fue uno de los más relevantes retratistas españoles del siglo XX y, en general, de la historia de la pintura de nuestro país. Vivió el momento de desarrollo y apogeo de la corriente modernista española, con centro en Cataluña; se relacionó con la élite cultural del momento, nombres tan conocidos como Romero de Torres, Zuloaga, Ricardo Baroja, Valle-Inclán… y a muchos de ellos los representó en sus retratos, pero sus musas o modelos preferidas fueron las mujeres, muchas de ellas conocidas en la época, bailarinas, actrices… Se convirtió así en el pintor por excelencia de la mujer, bella y sensual. Sus desnudos femeninos apenas encuentran competidor en la pintura española e internacional.
Se atribuyen varias causas al desconocimiento u olvido de su pintura, entre ellas la continua negativa del pintor ante los certámenes oficiales, pues su única preocupación fue la pureza y la perfección de su arte, aunque también se debe tener en cuenta que el tipo de pintura al que se dedicó, tan alabada y halagada a principios de siglo, pronto perdió popularidad en pos de un arte más moderno, siguiendo la estela de lo que se estaba desarrollando en el resto de Europa, en busca de un avance cultural del que adolecía el país tras la posguerra y el inicio de la dictadura.
Medidas del lienzo sin marco: 109x160 cm
Medidas con marco: 111x162 cm
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